lunes, 5 de marzo de 2012

Proyecto IIRSA


Sudamérica es una región que concentra más de la quinta parte de las reservas de agua dulce del orbe y que apunta a integrar, sin considerar seria y detenidamente los impactos ecológicos y sociales, una serie de esquemas de “corredores hídricos” como contraparte a los corredores de desarrollo propuestos oficialmente desde el proyecto de Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA).
Los corredores deben verse como rutas de desarrollo estratégicas de varios kilómetros de ancho en los que se emplazan zonas de producción intensiva, de extracción de recursos naturales, de medios de comunicación, de emplazamientos urbanos, entre otros factores.
El grado de incertidumbre de estos corredores es considerable tanto por su factibilidad financiera y limitaciones tecnológicas y técnicas no esperadas (características biogeofísicas de los territorios, entre otros factores), como por las condiciones políticas y sociales. La implementación es progresiva y no siempre se presenta como un “paquete”, sino como una serie de proyectos aislados de diversas dimensiones.
En América, tres son las regiones de escenarios de megaproyectos hídricos que se pueden identificar y que corresponden al emplazamiento de corredores. Al norte del río Bravo,  sobresalen los corredores del este de EUA –totalmente vinculados al Misisipi- y los de algunas regiones del oeste de ese país. Para satisfacer las demandas de agua de los susodichos corredores se ha diseñado desde medados del siglo XX el North American Water and Power Plan (NAWAPA). En México y Centroamérica, se viene impulsando insistentemente el desarrollo de múltiples corredores, su última versión es el llamado Plan Puebla Panamá (PPP). El contexto sudamericano es modelado por los siete corredores terrestres y dos de hidrovías que conforman el sistema de Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA). Los movimientos de agua ahí se encuentran en los afluentes de los ríos Plata/Paraná/Paraguay-Guaporé; el Amazonas/Putumayo; y el Río Negro-Orinoco. No es casal que el centro de producción más fuerte de Sudamérica, según los diseños del IIRSA sea justamente la zona donde se extiende el acuífero Guaraní, un punto geográfico que por el oeste tiene salida directa por el Atlántico y por el este se comunica con lo que se pretende que sea la hidrovía Paraná-Paraguay.
Se trata de un típico modus operandi  del Banco Mundial que, en este tipo de proyectos, devela su interés, primero, por reconfigurar su manejo de cuencas y, segundo, por la transferencia de los servicios hídricos hacia el sector privado.  Se trata de un proceso que ha sido posible a partir de que los gobiernos están abandonando el control de las fuentes nacionales de agua al participar en tratados o arreglos comerciales tipo OMC o TLCAN, desde los cuales endosan la “transferencia” de la gestión de los recursos hídricos hacia la iniciativa privada.
Dichos proyectos sólo van a operar donde la población no se organice y luche colectivamente o donde deje de hacerlo. Y es que los movimientos sociales juegan un papel fundamental como reacción y contramedida ante una lógica geoeconómica y geopolítica que supone la privatización, depredación y desnacionalización de los recursos naturales.

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