Para trabajar las problemáticas
de la agricultura se prestó especial atención, entre otros factores, a la
utilización de los cultivos transgénicos y sus consecuencias. Para ello se ha
leído el texto “Agricultura industrial y transnacionalización en América
Latina”, de Walter A. Pengue, y se ha visto la película-documental “El mundo
según Monsanto”, para luego desarrollar un trabajo práctico en base a una
comparación de los mismos, y la consiguiente investigación sobre los distintos
cultivos transgénicos que ya se están utilizando. A modo de resumen se puede
destacar lo siguiente:
En ambos se puede observar
claramente como un grupo muy reducido de empresarios con gran poder puede
llegar a controlar y manejar toda la alimentación y la soberanía alimentaria de
todos los países del mundo, teniendo vía libre para hacerlo.
En el año 1901 fue fundada
Monsanto, en el estado de Missouri –Estados Unidos- dedicándose en un primer
momento a la industria química, produciendo PCBs, aceites químicos utilizados
como aislantes en los transformadores eléctricos. Sin embargo, en los años 80
dicho producto fue prohibido, ya que ocasionó una gran contaminación en el
Estado de Anniston, Alabama. Luego la empresa, a raíz del desarrollo de la
ingeniería genética, comenzó a adentrarse en el mercado de productos
alimentarios con la puesta en el mercado de la soja transgénica y el herbicida
Roundup, que, en vez de destruir las malezas, destruye todas las plantas, es
altamente tóxico, provoca alteraciones en la división celular e induce a las
primeras etapas que conducen al cáncer, que aparece en 30 o 40 años. A pesar de
esto, la empresa ocultó su toxicidad para dejar vía libre al desarrollo de los
transgénicos.
De esta manera Monsanto a logrado
expandirse en forma muy exitosa por todo el mundo, donde, en la actualidad, el
70% de los cultivos es resistente a Roundup, y el otro 30% sufrió de
transformación genética para fabricar un insecticida llamado Bt.
En los últimos años se puede considerar
que todos los países de América han implementado y desarrollado los cultivos
transgénicos con la finalidad de aumentar las extensiones de cultivos, vencer
el mal de las malezas, plagas o enfermedades que aquejaba a todos los
productores por la lucha con sus cultivos, y obtener mayores niveles de
rentabilidad necesarios para continuar en la carrera biotecnológica que se ha
implementado a nivel mundial. En la actualidad se está experimentando con una
gran cantidad de cultivos como son el banano, café, tomate, arroz, tabaco,
papa, papaya, caña de azúcar, camote, alfalfa, girasol, frutas, flores,
vegetales y forestales en general.
En la Argentina hay millones de
hectáreas en las que se han implementado los cultivos transgénicos y sin
embargo, no cuenta con ninguna reglamentación en el ámbito de Ley Nacional que
permita regular y controlar desde el estado a estas actividades. Por otro lado,
son muy pocas o casi nulas las investigaciones llevadas a cabo sobre el impacto
ambiental por la utilización del glifosato, así como la búsqueda de fuentes
alternativas que provoquen un menor impacto en el medio ambiente. Estos
cultivos genéticamente modificados, sobre todo la soja transgénica para la
Argentina (por ser el cultivo más difundido) provoca a su vez el desplazamiento
de una diversidad de producciones convencionales que conforman la dieta
alimentaria del país, estableciendo un monocultivo de exportación que degrada y
contamina completamente el suelo y que se exporta para alimentar ganado,
mientras atenta contra la soberanía alimentaria del país y compromete la
estabilidad y el aprovechamiento futuro de los recursos naturales, prácticas la
mayoría de las veces subvencionadas por las economías más desarrolladas, como
la de Estados Unidos.
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